Hace poco publicaban una noticia sobre una anciana de más de 100 años que tenía la oportunidad de ver, por primera vez en su vida, el mar. Al preguntarle sobre su experiencia y el sentimiento que había experimentado al verlo, la mujer destacaba el increíble placer que le había producido divisar su inmensidad así como la unión del azul del mar y el azul del cielo. En definitiva, la anciana tubo la ocasión de vivir una placentera experiencia vital.
Esto nos debería hacer reflexionar sobre la suerte que tenemos los que entendemos y valoramos lo maravilloso que es viajar para el crecimiento personal y nuestra felicidad. No cabe decir que una mini caravana es el medio (y la excusa) perfectos para viajar sin cesar, descubriendo los mejores rincones del mundo en cada escapada. Pocas cosas hay mejores que disfrutar con total libertad de nuestros viajes y maravillarnos al visitar nuevos lugares.
Pero viajar es mucho más que ir a un lugar. Viajar es además descubrir a su gente, entender su cultura, aprender las costumbres que lo hacen especial, escuchar la historia de la gente que habitó el lugar... Y todo ello para para hacernos una idea global de cómo y por qué ese rincón es único y distinto a otros.
Para profundizar en el conocimiento de un lugar, es imposible hacerlo desde la habitación de un hotel. Hay que estar a pie de calle, sin prisas. Y cómo mejor que con tu pequeña caravana para dos personas. Con ella no estarás sujeto a reserva previa, podrás disfrutar de un lugar y de su gente tantos días como te apetezca, sin restricciones. Y es que no podemos olvidar que viajar en mini caravana es como llevar tu casa a cuestas, con todo lo necesario para cubrir tus necesidades.
Viajar sirve también para abrirnos de mente y entender que existen muy diversas formas de vida, en ocasiones radicalmente distintas a la nuestra, pero no por ello mejores o peores.
Otra de las grandiosas ventajas de viajar es la oportunidad que nos brinda para conocer diversas gastronomías, disfrutando de magníficos sabores muy distintos a los que conoce nuestro paladar.
Todo ello debería servirnos para crear un nuevo “yo”, mucho más evolucionado, adoptando las mejores cosas de cada lugar que visitamos, mutando a mejor en cada viaje. Se trata de la mejor forma posible de agarrarnos a la vida y de saber exprimirla al máximo, convirtiéndonos en mejores personas de lo que somos al nacer.
Acomodarse en el sofá de casa es, por contra, lo peor que podemos hacernos a nosotros mismos. Los cambios son buenos y cada experiencia nos hace más grandes. ¿Podrás renunciar a ello?
Comments